Història

Capítol del llibre: La Xarxa Hospitalària d'Utilització Pública de Catalunya. Història d'una diversitat.
Generalitat de Catalunya. Departament de Sanitat. Desembre de 1994.

La historia del Hospital de l'Esperit Sant corre paralela a la evolución de la tuberculosis, que castigó con incidencia la población de Cataluña, sobretodo durante la primera mitad de nuestro siglo. Así es como comenzó siendo un centro benéfico de iniciativa particular donde se acogían enfermos graves afectados de esta enfermedad provenientes de las clases más populares. El hospital se convirtió en uno de los centros con más capacidad asistencial en los momentos álgidos de la enfermedad y uno de los más importantes en la utilización de la Cirugía torácica. Con la aparición y generalización de los antibióticos, el centro empezó la transformación en centro quirúrgico, sin abandonar del todo su función primigenia. La evolución posterior le acabará convirtiendo en el hospital general comarcal que conocemos hoy en día. Un hospital constituido como fundación benéfica particular.

Cuando en 1917 el párroco de Sant Adrià de Besós, mossèn Josep Pons i Rabadà, y el doctor Jordi Anguera i Cailà conciben la idea de fundar un centro para atender a los enfermos tuberculosos más pobres, la amenaza de la enfermedad causada por el bacilo de Koch estaba muy presente. Entre las clases médica y política era notable la conciencia de que era necesario erradicar la enfermedad atacándola desde diferentes frentes, tal y como se había recogido en el Primer Congrso Español e Internacional de la Tuberculosis, que tuvo lugar el año 1910 en Barcelona.

Los dos fundadores, ante la falta de atención de los enfermos de la zona, buscaron un lugar que los pudiera acoger con un mínimo de condiciones. El lugar fue una granja antigua, ya documentada el siglo XV y conocida como la Torroja o Torre Roja, situada en la colina del Puigfred. El centro comenzó a funcionar con ayuda de donativos particulares y con la participación caritativa de un colectivo femenino de la alta sociedad barcelonesa. De hecho, se había pensado exclusivamente para enfermos tuberculosos incurables, pero pronto se plantearía la necesidad de orientarlo también para la recuperación, debido a los avances médicos producidos en el tratamiento de la enfermedad.

El órgano rector del sanatorio había aprobado, poco antes de la inauguración del centro, los estatutos de la Asociación del Esperítu Santo, que en su artículo primero establecían su finalidad de manera clara: "la práctica de la caridad cristiana por medio del auxilio espiritual, moral y material de los tuberculosos pobres y abandonados".

En Diciembre de 1920, la asociación dispone de un dinero que permitirá comprar unos terrenos para construir un hospital. Al año siguiente se iniciaron las obras. En 1923 se realiza el traslado al nuevo edifcio, que más tarde será conocido como Pabellón de Mujeres, donde ya se acogían 35 enfermas, muy graves y en régimen de internado.

La asistencia sanitaria había estado en manos de las Germanes Infermeres de l'Ordre de Santa Senyora de la COnsolació y de las Germanes de Sant Vicenç de Paül.

Después del paréntesis que supuso la Guerra civil y la postguerra, a partir de 1946 serán las Hermanas Hospitalarias de la Santa Cruz las que se encarguen de los enfermos y también de la administración.

En 1924 se propuso que el centro pasara a depender del Patronato de la Lucha Antituberculosa de España, hecho que no tuvo éxito.

En 1925, con motivo de una visita a Barcelona, la reina Victoria Eugenia aprovechó para visitar el sanatorio, y posiblemente, colocar la primera piedra del que tenía que ser el Pabellón de Hombres. Durante los últimos años de la década de los veinte los terrenos se ampliaron.

En 1930 comenzó a funcionar el Pabellón de Hombres, construido según las exigencias de aislamiento y desinfección del momento: orientación de las salas hacia el sur, grandes ventanales, eliminación de las aguas residuales, pavimento impermeable, muebles de hierro esmaltado lavable. Los ingresados de este pabellón llegaron a ser, en épocas, hasta los 120.

El nuevo edificio, de tres plantas más una planta baja, se conectó con el Pabellón de Mujeres mediante un subterráneo, para poder aprovechar al máximo las nuevas instalaciones, que acogían cocinas, lavandería y talleres.

En 1933 el hospital disponía, además del activo de los terrenos que ocupaba, los bienes que provenían del Patronato Domènech y de la Fundación Larratea. Es justo en estos años cuando se empieza a dotar de un equipo con voluntad científica. Los primeros tratamientos quirúrgicos datan de 1932.

La consolidación de la línea médica del centro culmina con elaboración del reglamento del cuerpo facultativo del Hospital del Espíritu Santo. Con esta normativa interna el funcionamiento del hospital pasaba a depender más directamente del cuerpo médico. En la mitad de 1935 se inauguró las dependencias del tercer piso del Pabellón de Hombres. Hacia 1936 el Hospital del Espíritu Santo contaba con unas doscientas camas. En este período ya se sometieron todos los pacientes a una exploración completa, con análisis exhaustivos y una observación de un mínimo de 15 días. El tratamiento que se prescribía a los pacientes iba desde curas de reposo hasta técnicas quirúrgicas. La actividad científica y de formación se consolida con la generalización de las sesiones clínicas, la celebración de conferencias y el aumento de los fondos de la biblioteca.

En julio de 1936, el hospital fue tomado cruentamente por la CNT, con la consiguiente dispersión de la comunidad religiosa y de una parte del cuadro médico. Del centro, desapareció cualquier referencia confesional. Entre ellas, y la más importante, el mismo nombre del Hospital del Espíritu Santo, que fue rebautizado como Sanatori Màxim Gorki.

Acabada la Guerra Civil, el Patronato Nacional Antituberculoso se incauta del sanatorio e inicia una depuración de la Junta de la Asociación. Para recuperar la actividad, el cuadro médico fue renovado y todo el hospital reorganizado. Durante los años siguiente la Asociación del Espíritu Santo luchará para que el hospital vuelva a sus manos.

No habiendo aún recuperado la propiedad, en 1944 la Asociación compró más terrenos alrededor del centro, y ante la imposibilidad de hacer reformas a la antigua y primigenia Torre Roja, ésta fue derruida.

Se empezó, entonces, a construir un nuevo centro que fue finalmente abandonado cuando en 1945 fueron restituidos a la Asociación los edificios ocupados por el Patronato Nacional Antituberculoso. Ante la imposibilidad de captar aportaciones de los organismos oficiales la Junta de la Asociación volvió a buscar las donaciones de los particulares.

A finales de la década de los cuarenta, la Junta de la Asociación elabora unas exhaustivas y estrictas normas de funcionamiento interno, que afectan tanto al cuerpo de facultativos como a los pacientes y que introducen un giro religioso y de primacía del espíritu benéfico por encima de la actividad médico-asistencial. También es en esta década cuando se pone en funcionamiento un dispensario, basado en los principios de lucha activa contra la tuberculosis.

En la década de los cincuenta se manifiestan los primeros síntomas de evolución del hospital. En primer lugar, se propone un proyecto de remodelaje y ampliación, que  no acabará de cuajar hasta bastantes años después. En segundo lugar, se reforman los estatutos de la Asociación, que por primera vez desvinculan la práctica de caridad cristiana del auxilio médico que han de recibir los pacientes tísicos.

A partir de los años sesenta comienza del declive del sanatorio como centro antituberculoso. La utilización de los antituberculosos sintéticos como tratamiento generalizado, aumenta el porcentaje de eficacia contra la enfermedad. Si en 1962 aún  se contabilizaron 154 enfermos, en 1971 ya fueron sólo 66.

En el momento del cincuenta aniversario, en 1967, ya se empezó a entrever la necesidad de una orientación del centro hacia un hospital general de ámbito comarcal.

En 1968 se firma un convenio con el Ayuntamiento de Santa Coloma, con la voluntad de aportar fondos económicos y técnicos a cambio de obtener una preferencia a favor de los pacientes presentados por los servicios asistenciales del municipio. El hospital también se compromete a poner en marcha servicios de Traumatología, Toco-ginecología i Cirugía menor.

En 1972 se puso en marcha el servicio de Cirugía general, que ha de permitir atender a los enfermos de la Seguridad Social. En 1973 la Asociación hace un giro transformándose en la Fundación Hospital de l'Esperit Sant, con un Patronato integrado por personas vinculadas al municipio de Santa Coloma. En 1976, después de haber realizado los años precedentes mejoras, el hospital contaba con 140 camas.

El hospital acometió importantes reformas en la estructura interna de los edificios. Mostrando también una decidida voluntad de renovación y de adaptación a las nuevas circunstancias, en 1978 se pone en marcha la gerencia hospitalaria. Una gestión que debía permitir el aumento de la oferta asistencial y el crecimiento y la actualización del centro, sin hipotecar la viabilidad, en un momento en que se cubrían nuevos servicios como Medicina General, Pneumología, Cirugía General, Anestesiología, el Laboratorio de Análisis Clínicos o el Laboratorio de Anatomía Patológica.

En la década siguiente se consolidan diversas especialidades: el servicio de Otorrinolaringología se funda en 1979; Oftalmología en 1982, año en que se inauguran las Consultas Externas; Traumatología en 1983; el servicio de Urgencias en 1984; Obstetrícia y Ginecología en 1988. Con esta mayor actividad se pone de manifiesto la necesidad de ampliación, que se concreta en una reforma del antiguo Pabellón de Mujeres realizada entre los años 1985 y 1987, hasta dejar el centro en 200 camas.

Un hecho importante que es necesario remarcar es la creación, en 1990, de un Comité de Ética.

El 75º aniversario del Hospital, año 1992, impone, entre los actos festivos y oficiales, una recapitulación sobre la historia, la evolución y el futuro del Hospital de l'Esperit Sant. Las previsiones de la demanda asistencial futura, dada por la elevada densidad de población de Santa Coloma y los municipios de sus alrededores, y la mejora en los accesos al hospital, resultado de la reordenación viária del Barcelonés, ponen sobre el papel la necesidad de una adecuación de l'Esperit Sant a la realidad para continuar atendiendo la población en su misma área de residencia".